Para responder a esta pregunta, sin duda hay que recurrir al principio de homeostasis.
La homeostasis es un conjunto de fenómenos que ocurren en los organismos vivos para mantener una condición interna estable a pesar de las perturbaciones externas. Este equilibrio teórico afecta a diferentes aspectos, siendo la termorregulación (temperatura) uno de los más relevantes.
La termorregulación humana utiliza diferentes mecanismos para mantener la homeostasis: los más destacados son la vasodilatación y la vasoconstricción. El primero ocurre para disminuir la temperatura corporal y el segundo busca lo contrario, utilizando mecanismos como la sudoración o los temblores.
La termografía nos permite ver esos fascinantes procesos, y lo que es aún más emocionante (y complejo) es que no todos los seres vivos se rigen por los mismos mecanismos térmicos. Encontramos tres tipos principales:
Gracias a la termografía infrarroja podemos observar y cuantificar los procesos de transferencia de calor a través de los cambios en la temperatura de la piel. Este fascinante tema nos lleva a aplicaciones en el deporte y la salud como la prevención de lesiones o asimilación de la carga interna en el rendimiento deportivo. Pero para ser honestos, todavía estamos en fases muy iniciales para poder comprender la enorme complejidad que supone la termorregulación humana y sus vínculos con las lesiones, patologías, metabolismo, emociones, etc. Por ello, incluso si parece que los mecanismos térmicos son claros, necesitaremos mucha investigación para comprender mejor cómo otros seres vivos manejan su homeostasis y si los seres humanos podremos llegar a modular nuestro metabolismo de tal manera que lleguemos a poder hibernar, tal y como hacen los osos.