Dentro de nuestro apartado de mujer y termografía, destacan especialmente las aplicaciones en el embarazo. Se sabe que muchas mujeres quieren seguir entrenando durante su embarazo (Kardel & Kase, 1998), pero pueden estar preocupadas si hubiera efectos secundarios. La gran cantidad de cambios anatómicos, biológicos y psicológicos que se producen en las mujeres durante el embarazo dificultan llegar a un consenso sobre el volumen, la intensidad y el tipo de ejercicio a prescribir durante el embarazo (Sillero-Quintana et al. 2012).
En cualquier caso, el Colegio Americano de Medicina Deportiva (ACSM, 2020) recomienda la actividad física a las mujeres embarazadas. Al menos 150 minutos de actividad moderada a la semana, un mínimo de 3 días a la semana, combinando ejercicios aeróbicos, de resistencia y del suelo pélvico, junto con yoga y estiramientos suaves. Cada programa debe individualizarse según la situación, la experiencia y el estado de salud actual.
Melzer y col. (2010) demostraron que ejercicio regular durante el embarazo tiene beneficios en las madres, como mejora de las funciones cardiovasculares, aumento de peso limitado, disminución de las molestias musculoesqueléticas, menor incidencia de calambres musculares y edema de miembros inferiores, estabilidad del estado de ánimo, atenuación de la diabetes mellitus gestacional e hipertensión gestacional. . Mientras estamos en el feto, vemos una disminución de la masa grasa, una mejor tolerancia al estrés y una maduración neuroconductual avanzada.
Algunas de las regiones que sufren cambios térmicos durante el embarazo son las manos y el útero. Se ha observado una mayor temperatura de la piel en las manos en comparación con los antebrazos proximales, incluso en la etapa temprana del embarazo (Beinder et al. 1990). Goodlin & Brooks (1987) demostraron que las áreas periumbilicales son las más calientes junto con las inguinales, en mujeres embarazadas. Posteriormente, Topalidou A., & Downe S., (2016) encontraron que en la región del vientre, la zona más fría estaba en la parte inferior del abdomen y confirmaron que la más caliente parecía estar en el ombligo, como puede verse en la figura 1.
Figura 1. La imagen muestra la temperatura más baja en el recto abdominal y el punto caliente en el ombligo.
Pero, también hay que tener en cuenta el riesgo de ello, y por eso Sillero-Quintana et al. (2012) utilizaron la termografía para investigar el efecto de dos tipos de ejercicio en la temperatura de la piel de las mujeres durante el embarazo: yoga y natación.
La termografía infrarroja permite medir y mostrar temperaturas precisas en la piel humana sin ningún contacto, de forma remota y segura. Se ha propuesto como herramienta de seguimiento durante el embarazo, debido a su gran aplicabilidad para mantener estables las condiciones tanto de la madre como del feto. Como se mencionó anteriormente, Sillero-Quintana et al. (2012), estudiaron el efecto en 28 embarazadas voluntarias de dos actividades físicas organizadas diferentes sobre la temperatura de la piel, el yoga y la natación. Encontraron resultados heterogéneos con un aumento de Tsk en todo el cuerpo mientras practicaban yoga durante el embarazo. Por otro lado, después de una actividad acuática, los resultados fueron homogéneos en comparación con el yoga, con una disminución de Tsk, incluso en la zona de los senos y la barriga, que podría estar relacionada con la temperatura del agua. De todos modos, ambas actividades fueron completamente inofensivas para el feto. En la figura 2, podemos ver un ejemplo de cómo se utilizó la termografía para evaluar la temperatura de la piel de las madres.
Figura 2. Localización de las ROI en cada termograma.
En resumen, el ejercicio durante el embarazo es beneficioso para la salud de las madres y los bebés. Las mujeres embarazadas experimentan cambios en la temperatura de la piel durante y después del ejercicio. Estos cambios pueden estar relacionados con las modificaciones anatómicas, fisiológicas y biológicas normales debido al embarazo. La termografía se ha mostrado como una herramienta útil para monitorizarlos de forma no invasiva, midiendo la temperatura de la piel. De todos modos, cualquiera de estos cambios es peligroso para la mujer embarazada si se respetan las recomendaciones de intensidad, duración y frecuencia del ejercicio.
American College of Sports Medicine. (2020). Pregnancy Physical Activity: Patricia Bauer [Brochure]. https://www.acsm.org/docs/default-source/files-for-resource-library/pregnancy-physical-activity.pdf?sfvrsn=12a73853_4
Beinder, E., Huch, A., & Huch, R. (1990). Peripheral skin temperature and microcirculatory reactivity during pregnancy. A study with thermography.
Goodlin, R. C., & Brooks, P. G. (1987). Abdominal wall hot spots in pregnant women. The Journal of reproductive medicine, 32(3), 177-180.
Kardel, K. R., & Kase, T. (1998). Training in pregnant women: effects on fetal development and birth. American journal of obstetrics and gynecology, 178(2), 280-286.
Melzer, K., Schutz, Y., Boulvain, M., & Kayser, B. (2010). Physical activity and pregnancy. Sports Medicine, 40(6), 493-507.
Sillero-Quintana, M., Conde-Pascual, E., Gomez-Carmona, P. M., Fernandez-Cuevas, I., & García-Pastor, T. (2012). Effect of yoga and swimming on body temperature of pregnant women. Thermology International, 22(3), 108.
Topalidou, A., & Downe, S. (2016). Investigation of the use of thermography for research and clinical applications in pregnant women. Infrared Physics & Technology, 75, 59-64.
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