No hay duda de que el cambio climático está afectando a la temperatura global. La última década, de 2011 al 2020, ha sido la más cálida en toda la historia del registro (142 años), dentro de una tendencia persistente a largo plazo (National Oceanic and Atmospheric Administration, 2020; World Meteorological Organization, 2020). En 2020, la temperatura global media estuvo 1,2 °C por encima de los niveles preindustriales (World Meteorological Organization, 2020) y se prevé que aumente 1,5 °C entre 2030 y 2052 (Masson-Delmotte et al. 2018). De cara al Mundial de Fútbol de Qatar 2022, conocer y monitorizar el estado de adaptación al calor de los jugadores es esencial, ya que el rendimiento dependerá directamente de ello, como vimos en el artículo anterior.
Existen dos términos en inglés que definen esta adaptación al calor, ambos traducidos como aclimatación al calor. Heat acclimation es el proceso de exponer a un individuo a un estrés por calor repetido durante aproximadamente 7 a 14 días, con el objetivo de aumentar la temperatura de todo el cuerpo e inducir una sudoración profusa. Por el contrario, heat acclimatization se da de manera natural por los cambios de estación o en viajes de lugares fríos a cálidos (Armstrong & Maresh, 1991).
Una interesante revisión sobre estrés térmico en deporte (Périard et al. 2021) apunta a que la exposición controlada, gradual y de medio plazo al calor contribuye a la generación de diferentes adaptaciones. Entre ellas, podemos resaltar las adaptaciones cardiovasculares, que podemos observar en la figura 1 e incluyen:
Figura 1. Adaptaciones cardiovasculares y de rendimiento como consecuencia del ejercicio bajo estrés térmico. Extraído de Périard et al. 2021.
Los entrenamientos de hipertermia controlada, en los que se busca alcanzar una elevada temperatura central diana, permite una adaptación al calor más rápida y completa en relación con los regímenes tradicionales de aclimatación al calor durante el ejercicio a una tasa de trabajo constante (Périard et al. 2015).
Además, inducir la aclimatación al calor al aire libre en un campo natural puede proporcionar una adaptación al calor más específica basada en la exposición directa a las condiciones de la competición (Périard et al. 2016), por ello la recomendación general de viajar al país cálido 14 días antes de los campeonatos. ThermoHuman, gracias a la medición del coeficiente de variación puede monitorizar y controlar los procesos de aclimatación al calor, controlando la variación de la temperatura del cuerpo en calor, hasta que esa medición se equilibra.
Para terminar, nos gustaría mencionar que un área muy prometedora de la investigación en fisiología humana es la llamada ciencia del calor (heat science). La exposición al calor parece tener el potencial de contribuir en el tratamiento de enfermedades cardiovasculares, particularmente en el envejecimiento y las poblaciones en riesgo, para quienes el ejercicio no está recomendado (Cheng et al. 2019).
Como ya sucedió en el Mundial de Brasil de 2014, donde de los 64 partidos, 28 se jugaron con un estrés ambiental bajo, 20 con un estrés moderado y 16 con un estrés ambiental alto (Nassis et al. 2015), se espera que la competición de Qatar 2022, tenga condiciones muy similares. A pesar de que la distancia total recorrida, la velocidad máxima, el número de pases y el número de goles marcados y de tarjetas fue similar en todas las condiciones, sí hubo una evidente pérdida en el rendimiento en otros parámetros que empeoraron bajo estrés térmico:
Un estudio muy interesante (Mohr et al. 2012) testó la influencia de la temperatura en varios factores de rendimiento comparando los resultados pre- y post- en dos partidos, uno en condiciones de calor extremo (43 ºC) y otro en temperaturas medias (21 ºC). La frecuencia cardíaca promedio, la concentración de lactato en plasma, la pérdida de peso corporal y el rendimiento del sprint posterior al juego fueron similares entre las dos condiciones.
Sin embargo, bajo estrés térmico:
Multitud de estudios (Benjamin et al. 2021; Coker et al. 2020; Racinais et al. 2014; Mohr et al. 2013; Gray et al. 2010; Duffield et al. 2009; Morris et al. 2000) muestran resultados similares en fútbol, y otros deportes intermitentes, apuntando a la incapacidad de disipar calor en condiciones extremas como un factor clave en la reducción del rendimiento fisiológico.
Destacamos el estudio de Chodor et al. (2021), en el que recrearon la estimación de las condiciones ambientales que habrá en Qatar en las fechas del mundial FIFA en comparación con condiciones intermedias (28.5 vs. 20.5 ºC). Tenían como intención la de entender hasta qué punto se ve comprometido el rendimiento deportivo máximo. A la temperatura estimada de la competición se encontraron mayor potencia máxima, menor tiempo para alcanzar la potencia máxima, mayor pérdida de potencia entre repeticiones y una mayor concentración de pO2. En resumen, a mayor temperatura se consiguió mayor capacidad de esfuerzo máximo, pero con una reducción en el rendimiento más acentuada.
Con el objetivo de reducir las consecuencias negativas del calor extremo, existen algunas recomendaciones basadas en la evidencia (Racinais et al. 2015), como los métodos externos de enfriamiento (aplicación de prendas heladas, toallas, inmersión en agua o ventilación) e internos (ingestión de líquidos fríos o hielo en suspensión). De hecho, el simple hecho de añadir una toalla fría alrededor del cuello, parece reducir de manera significativa la tensión termorreguladora y la percepción de calor, así como aumentar el rendimiento deportivo (Misailidi et al. 2021). Además, el enfriamiento previo puede beneficiar el rendimiento en ambientes cálidos (Racinais et al. 2015).
Como se ha visto en apartados anteriores, el coeficiente de variación puede ser un indicador relevante en la identificación de la respuesta al calor. En ese sentido, identificar cuál ha sido la respuesta térmica después de la competición en base a un perfil térmico individualizado permite elegir las mejores estrategias para la recuperación.
A pesar de no existir evidencia al respecto, nuestra experiencia práctica nos ha demostrado que los jugadores de fútbol experimentan respuestas térmicas en función de la demanda fisiológica a la que se ha sometido.
En la figura 2, podemos observar el marco teórico y el paradigma de la recuperación en función del tipo de fatiga. Si existe una fatiga metabólica o si es un daño estructural, la respuesta del cuerpo y, por tanto, la estrategia de recuperación, será la opuesta. En este artículo explicamos este proceso en detalle.
Figura 2. Marco práctico para mejorar la recuperación en atletas de Thorpe (2021)
En un equipo de fútbol, nos encontramos con asiduidad respuestas y comportamientos térmicos globales en los jugadores en las 24 y 48h después de un partido (figura 3). De esta manera, y dependiendo de cuál haya sido el origen de la fatiga, podemos encontrar tres tendencias:
Figura 3. Ejemplo de la respuesta térmica de un equipo de fútbol profesional en el día después de un partido (MD+1). Podemos distinguir dos tendencias principales en los jugadores analizados: A: hipertérmico, B: hipotérmico.
La termografía permite monitorizar la aclimatación a entornos con un estrés térmico, por medio del seguimiento y la individualización de los perfiles térmicos. El coeficiente de variación nos aporta información sobre cómo la temperatura adquiere un grado de equilibrio según el cuerpo va alcanzando la aclimatación al ambiente caluroso.
Además, en entornos como los que se dieron en Brasil 2014 o se darán en Qatar 2022, monitorizar la respuesta térmica postpartido puede ayudar a identificar qué tipo de respuesta térmica están teniendo los jugadores de forma individualizada, para así poder prescribir las mejores estrategias de recuperación. De esta manera, estaremos optimizando los procesos de entrenamiento y el control de la fatiga en calendarios tan congestionados.
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Chodor W, Chmura P, Chmura J, Andrzejewski M, Jówko E, Buraczewski T, Drożdżowski A, Rokita A, Konefał M. 2021. Impact of climatic conditions projected at the World Cup in Qatar 2022 on repeated maximal efforts in soccer players. PeerJ 9:e12658
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