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En este caso se discute la utilidad de la termografía para identificar el grado de preparación del atleta ante pruebas disputadas en ambientes calurosos y como puede ayudar en los procesos de aclimatación y recuperación después del ejercicio.
En ese sentido, según el patron térmico antes y 24/48 horas después de competir la termografía puede ayudar al rendimiento durante la prueba y a la recuperación eligiendo estrategias personalizadas después de la prueba.
Existen numerosas investigaciones sobre los factores que afectan al rendimiento en ambientes calurosos. Un ambiente se considera caluroso cuando la media de la temperatura de la piel sobrepasa los 30 ºC; muy caluroso, por encima de los 35 ºC; y frío, por debajo de 28,5 ºC (Kingma et al 2012; Sawka et al. 2012).
Parece que, incluso empezando con diferentes temperaturas centrales, los sujetos entrenados cesan la actividad física cuando la temperatura corporal central llega a los 40 ºC, debido a la incapacidad por fatiga y a la tensión termorreguladora (Nybo, L. 2008).
Esta temperatura central se ve afectada por el gradiente de temperatura, donde la ambiental y la de la piel tienen una interacción directa. De esta manera, si ambas se ven elevadas, el gradiente será menor y las estrategias para disipar el exceso de calor no serán tan eficientes. Además, las estrategias de termorregulación para disipar calor son peores que las estrategias para tolerar el frío, por ello podemos decir que el ser humano se adapta mejor a temperaturas bajas (Burtscher et al. 2018).
Es el gradiente de temperatura, que no deja de ser una interacción entre la temperatura central (medida por medio de una píldora gástrica) y temperatura de la piel (por medio de la termografía), la que tiene la mayor importancia en el rendimiento (Racinais et al. 2022).
Como la temperatura central es compleja de medir, la termografía se postula como una herramienta para evaluar la temperatura de la piel antes de las pruebas. El objetivo es medir el estado de “readiness” de los atletas, ya que aquellos con menores temperaturas de la piel rendirán mejor en un ambiente caluroso (Racinais et al. 2021).
Por último, después de la prueba, la termografía parece tener una utilidad en el proceso de recuperación. Principalmente, porque las respuestas más hipertérmicas mantenidas en el tiempo podrían estar relacionadas con mayor daño muscular (de Andrade et al. 2017; Rojas et al. 2021; Thorpe R. 2021; Priego-Quesada et al. 2022).
La buena noticia es que la aclimatación a los ambientes de calor extremo existe. En unos 12 a 14 días de práctica física en este entorno, los factores cardiovasculares y termorreguladores, realizan tres hitos: desplazar en el tiempo la acumulación de calor, consiguir un gradiente de temperatura y mejorar la capacidad general de hacer ejercicio (Périard et al. 2021).
En resumen, la termografía permite: