La recuperación es esencial, especialmente para aquellos atletas con sesiones frecuentes de entrenamiento o competiciones. Se han utilizado diferentes técnicas con el fin de mejorar y optimizar la recuperación, pero sin duda una de las más utilizadas es la crioterapia. La crioterapia, es un tratamiento que utiliza temperaturas frías con el objetivo de influir en procesos fisiológicos y promover la recuperación de tejidos. Inicialmente se empleó para el tratamiento de enfermedades crónicas, pero en la actualidad se utilizan para el tratamiento inmediato de tejidos blandos, aplicados por profesionales médicos, fisioterapeutas, entrenadores, etc.
Las formas de aplicar crioterapia son muy diversas como: inmersiones en agua fría, hielo, crioterapia de cuerpo entero, gel refrigerante, etc. De todas ellas, una de las más comunes es la inmersión en agua fría (por su fácil acceso), y aunque ha sido ampliamente utilizado, aún persiste el debate científico sobre su uso y protocolos.
La efectividad de la crioterapia se basa en la reducción de la temperatura cutánea mediante contacto con agua o hielo a bajas temperaturas. El tejido cutáneo, como órgano termorregulador principal, resulta crucial para el equilibrio térmico corporal. Durante la crioterapia, la vasoconstricción periférica responde a la disminución de la temperatura cutánea, redirigiendo el flujo sanguíneo hacia los órganos internos y minimizando la pérdida de calor.
Esta vasoconstricción provoca una reacción de hiperemia, con aumento del volumen sanguíneo en órganos internos y regulación de la presión arterial a través de mecanismos de retroalimentación negativa. La compleja microcirculación cutánea, esencial para el intercambio de materiales, requiere más estudios clínicos. Según las directrices de PRICE, se necesita una reducción de la temperatura cutánea de 5 a 15 °C para lograr analgesia, evitando descensos por debajo de 5 °C debido a posibles efectos adversos
En este contexto, se ha presentado a la termografía infrarroja como herramienta valiosa para analizar las variaciones de temperatura en la piel posterior a la crioterapia. Destacando por ser un método seguro y confiable para la supervisión de las respuestas térmicas. La termografía se presenta como una opción segura, indolora y sin radiaciones ionizantes, contacto o contraste. Al detectar la radiación infrarroja emitida por la piel, este enfoque proporciona un análisis detallado de las funciones fisiológicas relacionadas con la temperatura cutánea.
Un ejemplo de la termografía y uso en crioterapia lo encontramos en uno de los artículos de la tesis doctoral de uno de nuestros Co-fundadores, Javier Arnaiz. En este artículo se estudió los efectos agudos de la crioterapia de cuerpo entero sobre la temperatura cutánea de jugadores de fútbol profesionales. Se utilizó la termografía, centrándose en los procesos de enfriamiento y recalentamiento así como las diferencias entre el lado dominante y no dominante.
Es importante mencionar de este estudio que:
El artículo de nuestro Co-fundador, concluye que:
Bibliografía:
Arnaiz Lastras, J. (2017). Monitoring the acute effects of recovery, training and competition on football player's skin temperature with infrared thermography (Doctoral dissertation, Ciencias).
Matos, F., Neves, E. B., Norte, M., Rosa, C., Reis, V. M., & Vilaça-Alves, J. (2015). The use of thermal imaging to monitoring skin temperature during cryotherapy: a systematic review. Infrared Physics & Technology, 73, 194-203.