La lesión de Tyrese Haliburton no ha dejado a nadie indiferente.
Cuando el tendón de Aquiles se rompe, deja una de las imágenes más impactantes del deporte. Y su recuperación, además, representa uno de los mayores retos a nivel clínico (de hecho, cómo la termografía puede ayudar a ese proceso es algo de lo que también podríamos hablar).
Aunque, hoy vamos a centrarnos en cómo la termografía podría haber ayudado antes. Pero no vamos a caer en el oportunismo de decir que la habría salvado.
No tenemos soluciones mágicas. Pero sí criterios.
Porque la realidad es que los tendones no se rompen de un día para otro.Cambian. A nivel morfológico, vascular, térmico, etc.Y aunque esos cambios son invisibles al ojo humano, pueden dejar un rastro térmico antes de que ocurra la lesión.
La termografía infrarroja puede darte señales objetivas de que algo se está modificando:
En tendones como el de Aquiles, donde la demanda es máxima y la vascularización mínima, ignorar esos pequeños cambios es un riesgo real.
El gran problema de muchas pruebas clínicas es el tiempo que requieren (como una ecografía), o la alta dependencia del profesional que las interpreta.
Y ahí es donde entra la termografía: en menos de 30 segundos analizas la imagen, y en menos de 1 minuto tienes un resultado objetivo y comparable en el tiempo.
¿Y si hubiésemos podido hacer seguimiento semana a semana del comportamiento térmico del tendón de Haliburton?¿Y si hubiésemos detectado un cambio en la curva térmica tras picos de carga?
No lo sabremos.
Pero sí sabemos que esperar a que el tendón se rompa para actuar es demasiado tarde
Figura 1. Lesión del tendón de aquiles a las 7 semanas de la operación. Lesión a los 5 meses de la operación. Lesión al año de la operación con complicaciones.
La tecnología está. La clave es saber implementarla.
Cómo ayuda la termografía en el proceso de recuperación.
La rotura del tendón de Aquiles deja una huella térmica detectable y medible a lo largo del proceso de recuperación.
Según Gómez-Carmona et al. (2020), las asimetrías térmicas persistentes pueden indicar un estado inflamatorio activo o una alteración en el proceso de regeneración tisular. ThermoHuman permite cuantificar estas asimetrías de forma objetiva y no invasiva, facilitando así un seguimiento preciso de la evolución del tendón lesionado.
Figura 2. Bloque de control del RTP mediante termografía en un tendón lesionado a las 5 semanas de la operación
Esta información es clave para adaptar la intervención clínica, ya que permite identificar si el proceso de recuperación sigue un curso fisiológico normal o si hay signos de complicación como fibrosis, sobrecarga o cronificación.
Además, como señalan Tumilty et al. (2019) y Almeida Ferreira et al. (2022), las variaciones térmicas durante la carga funcional —especialmente el enfriamiento localizado asociado a hipoperfusión o inactividad— pueden anticipar riesgos de recaída o maladaptación al trabajo de readaptación.
Gracias a su capacidad para comparar registros térmicos bajo distintas condiciones de carga o tratamiento, ThermoHuman ofrece un control de las respuestas del tendón al entrenamiento. Esto permite a los profesionales ajustar las cargas de trabajo de manera personalizada, evitando sobrepasar el umbral de trabajo, y favoreciendo un retorno a la competición más seguro y eficiente.
Si quieres ver cómo usamos la termografía en equipos de alto rendimiento, basándonos en criterio clínico y datos reales, pide tu guía de implementación.
Bibliografía