Si no ha visto nuestra primera publicación sobre los errores más frecuentes en termografía, le recomendamos que eche un vistazo. Esto lo ayudará a obtener una mejor perspectiva de los errores comunes de termografía, cómo abordarlos y, sobre todo, cómo solucionarlos.
Para ello, antes de nada, tenemos que entender qué es el enfoque en termografía. Consiste en el proceso de ajuste de la lente de una cámara con el objetivo de conseguir el máximo detalle y nitidez en la imagen final. Es decir, enfocar es dejar nítido y definido al sujeto que está a una distancia concreta. En la figura 1 vemos un ejemplo de un sujeto enfocado (a) y uno desenfocado (b).
Figura 1. (a) sujeto enfocado correctamente; (b) sujeto desenfocado. Es importante, destacar la existencia de una definición de los límites del cuerpo en el (a) y una ausencia de éstos en el (b).
Otra manera de verlo es que al enfocar a una persona, lo que en realidad hacemos es difuminar o desenfocar todos los demás elementos que aparecen en la imagen. Por ello, si enfocamos a un paciente o un atleta, en realidad, esa persona y también todo lo que se encuentre a la misma distancia estará enfocado. O lo que es lo mismo, todo lo que está a cualquier otra distancia (más cerca o más lejos de la lente), se verá desenfocado y, por tanto, menos nítido.
Entender este concepto es realmente importante para seguir avanzando, porque cuando enfocamos a un atleta a una distancia concreta (a unos 2 o 3 metros, habitualmente), si nos acercamos o alejamos antes del disparo, el enfoque será incorrecto, ya que la distancia será diferente y deberemos reenfocar.
Además, cada cámara tiene unas características y parámetros distintos, lo que implica que la manera de enfocar puede ser diferente en función del modelo que se esté usando:
Estas cámaras tienen un botón específico que permite enfocar de manera automática a la distancia de aquello que esté en el centro de la imagen. Para enfocar es necesario, tan solo apretar el botón que está señalado con una flecha roja en la figura 2a.
Habitualmente, en la pantalla aparece un recuadro que indica el lugar donde va a enfocar, señalado con una flecha roja en la figura 2b. Por lo que deberemos colocar ese recuadro sobre la superficie del sujeto al que queremos analizar.
Figura 2. Cámaras de enfoque automático: (a) botón de enfoque; (b) recuadro que indica la parte de la imagen que se está enfocando.
Este tipo de cámara tiene una rueda cerca de la lente (figura 3a). Esta nos permite modificar el enfoque manualmente al girarla. Por ello, al hacerlo, tenemos que buscar reducir el contorno del sujeto todo lo posible. En la figura 3, podemos observar la diferencia en la definición del contorno de una pierna, entre una imagen desenfocada (b) y otra enfocada (c).
Figura 3. (a) localización de la rueda de enfoque manual; (b) pierna de un sujeto con el contorno poco definido, indicador de un enfoque incorrecto; (c) pierna de un sujeto con el contorno bien definido, indicador de un enfoque correcto.
Estas cámaras trabajan con una distancia focal fija, es decir, que es constante. Esto implica que lo único que podemos hacer para enfocar correctamente es ajustar la distancia ideal para que el contorno del sujeto sea lo más definido posible, como en el ejemplo de las figuras 1a y 3b. Habitualmente, estableceremos esta distancia entre lente y sujeto en unos 2 o 3 metros, dependiendo del ángulo de la lente.
Algunas cámaras, cuentan con la peculiaridad de tener un láser que mide la distancia al objeto al que apuntan. De esta manera, esto nos permite programar un enfoque automático con la cámara o con sujetos en movimiento, ya que el láser permite medir la distancia y ajustar el enfoque en consecuencia. Es cierto que este láser puede resultar incómodo para el paciente o atleta, por lo que no lo utilizamos demasiado. En el vídeo 1, tenemos un breve resumen de la capacidad de esta funcionalidad al utilizar termografía para analizar objetos que se mueven.
Vídeo 1. Explicación breve del enfoque asistido por láser, muy útil cuando trabajamos en un entorno dinámico.
En casi todos los protocolos, antes de enfocar es recomendable primero hacer un encuadre correcto (si no sabe cómo, eche un vistazo aquí) y en un segundo tiempo realizar el enfoque.
Si tenemos una cámara de enfoque automático, el recuadro de la pantalla nos indicará a lo que se está enfocando en el centro de la imagen, que será el sujeto y no el fondo. De ahí que hayamos hecho primero el encuadre. Esto sucede en casi todos los protocolos, excepto en aquellos en los que en el centro de la imagen no se encuentra el sujeto, sino el fondo, como en los protocolos de piernas o pies. Por ello, para estos protocolos primero enfocaremos a una de las piernas y, posteriormente, el encuadre incluyendo ambas piernas, como se muestra en la figura 4.
Figura 4. Proceso de enfoque y encuadre en una cámara de enfoque automático, en un ejemplo de protocolo de piernas: (a) imagen desenfocada; (b) enfoque a una de las piernas; (c) encuadre manteniendo el enfoque.
Si tenemos una cámara de enfoque manual, tendremos que ajustar la rueda de enfoque de manera que el contorno del sujeto sea lo más regular y definido posible. De esta manera, deberemos probar un enfoque cercano y otro más lejano hasta encontrar el punto de enfoque ideal, como se aprecia en la figura 5.
Figura 5. Proceso de enfoque en una cámara de enfoque manual: (a) demasiado corto, en el que se está enfocando a poca distancia; (b) demasiado largo, en el que se está enfocando a demasiada distancia; (c) ideal, a la distancia correcta.
Cuando usamos una cámara de enfoque fijo, deberemos modificar la distancia física con el sujeto hasta que el contorno del sujeto sea lo más definido posible.
Por último, con una cámara de enfoque láser, deberemos apuntar el puntero a la superficie de la piel del sujeto para que la cámara mida la distancia y realice el enfoque de manera automática, como vemos en la figura 6.
Figura 6. Puntero láser ubicado en la piel del sujeto, lo que nos indica el lugar al que está enfocando.
Con independencia de cómo sea el tipo de enfoque, la imagen final nos revela si se ha realizado de forma correcta o no. Para ello, debemos fijarnos en ciertos detalles, ya que a partir de una imagen con un buen enfoque se podrán extraer conclusiones de calidad. O lo que es lo mismo, con una imagen de mala calidad, los resultados, tanto clínicos como deportivos y tanto cualitativos como cuantitativos, no serán apropiados.
En la figura 7, podemos observar el análisis realizado con el software de ThermoHuman© con tres enfoques diferentes:
Figura 7. Comparación de enfoques: (a) enfoque incorrecto, contorno muy difuso; (b) enfoque incorrecto, contorno difuso, producto de haber enfocado al fondo; (c) enfoque correcto, sujeto claramente diferenciado del fondo, con un contorno bien definido. Tan solo el último nos permite hacer una análisis cualitativo y cuantitativo óptimo y, por tanto, extraer información térmica de calidad y sacar conclusiones eficaces.
Podemos ver un enfoque completamente incorrecto en la figura 7a, donde apreciamos el contorno muy grueso y sin ninguna definición. Esta es una imagen que nos da muy poca información cualitativa y nula cuantitativa.
En la imagen 7b, se muestra la situación más común. En ella, el enfoque se realiza en el fondo de la imagen y no en la piel del propio sujeto. Esto, como explicamos anteriormente en la figura 4, sucede en protocolos de piernas o pies, cuando en el centro de la imagen se encuentra el fondo y no el sujeto. Tanto la información cualitativa como la cuantitativa tienen una calidad limitada. El software de ThermoHuman© es capaz de leer y analizar estas imágenes, pero las conclusiones están realmente condicionadas, por lo que no es lo ideal.
Por último, en la figura 7c encontramos una imagen con el enfoque correcto, lo que nos permite realizar un análisis cualitativo de la mejor calidad. Además, el análisis cuantitativo es evidentemente mucho más fiable, como podemos observar en las diferencias entre los avatares 7b (incorrecto) y 7c (correcto).
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