El uso de la termografía en la localización de la placenta durante el embarazo

El uso de la termografía en la localización de la placenta durante el embarazo

04/12/2022 By : Nieves Fernández & Alejandro del Estal Home

La localización de la placenta es relevante tanto para la salud de la madre como para la del bebé. Suele estar adherido a la parte superior, anterior o posterior del útero, pero también puede estar adherido a la parte inferior, lo que puede significar un riesgo eventual. Como en una publicación reciente, aprendimos cómo podemos detectar la posición del feto. La placenta es la segunda estructura intrauterina esencial desarrollada durante el embarazo que necesita ser monitoreada.

Principales técnicas de imagen utilizadas para el análisis de la placenta

La placenta es el órgano que proporciona oxígeno y nutrientes a un bebé en crecimiento en el útero durante el embarazo. Muchas técnicas de imagen se han utilizado en los últimos 50 años, debido a que varios trastornos médicos de la mujer embarazada o su feto comienzan o terminan en la placenta, como la preeclampsia y otras formas de hipertensión en el embarazo, crecimiento fetal inferior al óptimo (es decir, restricción del crecimiento intrauterino), triploidía (y su manifestación placentaria: mola parcial), hidropesía no inmune así como varios procesos infecciosos (Abramowicz JS, & Sheiner E., 2007).

«Además, la termografía infrarroja evita el contacto y es no invasiva, por lo que puede ser una herramienta óptima en la atención materna y neonatal, pero no la única»

(Topalidou et al. 2020)

Algunos de los métodos que se utilizan para establecer la localización de la placenta requieren exponer a la madre y al feto a radiación ionizante. Por este motivo, existen algunos métodos menos invasivos que investigan la localización de la placenta durante el embarazo. Además, la termografía infrarroja evita el contacto y no es invasiva, por lo que quizás sea una herramienta óptima en la atención materna y neonatal, pero no la única (Topalidou et al. 2020). Por lo tanto, Young et al. (1964) afirman que su uso es rápido, sencillo y completamente inocuo tanto para la madre como para el feto.

La placenta a lo largo del análisis termográfico

Se ha demostrado en diferentes investigaciones desde los años 60, que la temperatura tanto de la placenta como del feto es alrededor de 0,5ºC más alta, en comparación con la temperatura central materna (Walker et al. 1969; Gilbert et al. 1985).
La principal explicación se basa en la hipótesis de que “la placenta, al ser una fístula arteriovenosa, tiene una temperatura más alta que su entorno inmediato, y el calor de esta zona se transmite a través de la pared abdominal anterior adyacente para producir un patrón característico de emisión de calor en su superficie” (Millar et al. 1966). Esta medida puede verse afectada por el grosor de la pared del útero en pacientes obesas, como Young et al. (1964) lo descubrió.

Por ello, utilizar métodos no invasivos, como la termografía, parece ser una buena opción. Uno de los métodos que se han utilizado para identificar la ubicación de la placenta es la «Termografía de cristal líquido». Este método fue utilizado por Liu & Blackwell (1980) y se basa en una mezcla líquida que se aplica sobre la superficie abdominal. Muestra una variación de color por cada cambio de 0,5 ºC, en un rango de 36 ºC a 40 ºC. El cambio de color progresa primero de rojo a amarillo, luego de verde a azul en la parte superior del rango. La superficie abdominal generalmente se divide en siete regiones, como se muestra en la figura 1, y la placa de cristal líquido se coloca sobre esos sitios. Para asignar la placenta a una ubicación particular, el cambio de color tenía que llenar al menos la mitad del área designada con un azul intenso.

Figura 1. División del abdomen para identificar la ubicación de la placenta. (Liu y Blackwell., 1980)

El uso de este método apoyó los hallazgos de Peterson et al. (1971), donde afirmaron un 80% de probabilidad de identificar correctamente la localización de la placenta en pacientes con embarazos avanzados mediante el uso de termografía de cristal líquido.

Ventajas y desventajas del uso de la termoplacentografía

Por un lado, Johnson et al. (1966), como puede verse en la figura 2, compararon los métodos radiofarmacéutico y termográfico para establecer la ubicación de la placenta. Descubrieron que las ventajas de la termoplacentografía es que evita la radiación tanto al feto como a la madre. Sin embargo, las desventajas de este método son los altos precios, la necesidad de instalaciones físicas separadas y la introducción de artefactos termográficos por el movimiento de las pacientes, especialmente durante las molestias de las contracciones uterinas.

Figura 2. El termoplacentograma muestra calor máximo en toda el área suprapúbica, lo que es compatible con la placenta previa. Los puntos negros indican regiones más frías. (Johnson P. M., Bragg D. G. y Sciarra J. J., 1966).

Debido a la falta de precisión en la ubicación de la placenta, se necesitan otros métodos, como el ultrasonido, no solo para confirmar lo que muestra la termografía, sino también para analizar la estructura de la placenta y su función. Además, la termografía puede ayudar a evaluar condiciones placentarias específicas, como placentación anormal (placenta previa y ácreta, por ejemplo), enfermedad trofoblástica gestacional y tumores placentarios (por ejemplo, corioangioma). (Abramowicz J. S. y Sheiner E., 2007)

Conclusión

En resumen, la mayoría de los métodos que se han utilizado para analizar la localización de la placenta están contraindicados en humanos embarazadas y han sido reemplazados esencialmente por técnicas inocuas, como la ecografía o la termografía, ya que no son invasivas. Varios investigadores han intentado el examen termográfico con diversos grados de éxito y parece que hay diferencias de opinión entre los autores en cuanto a la precisión de este método de evaluación, por lo que se necesita más investigación.


REFERENCIAS

Abramowicz, J. S., & Sheiner, E. (2007). In utero imaging of the placenta: importance for diseases of pregnancy. Placenta, 28, S14-S22.

Gilbert, R. D., Schroder, H., Kawamura, T., Dale, P. S., & Power, G. G. (1985). Heat transfer pathways between fetal lamb and ewe. Journal of Applied Physiology, 59(2), 634-638.

Johnson, P. M., Bragg, D. G., & Sciarra, J. J. (1966). Placental localization: a comparison of radiopharmaceutic and thermographic methods. American Journal of Roentgenology, 96(3), 681-689.

Millar, K. G. (1966). Placental localization by thermography. British Medical Journal, 1(5503), 1571.

Liu, D. T. Y., & Blackwell, R. J. (1980). Placental localization by liquid crystal thermography. International Journal of Gynecology & Obstetrics, 17(6), 617-619.

Peterson, E. N., Dixon, G. D., & Levine, M. A. (1971). Placental localization by liquid crystal thermography. Obstetrics & Gynecology, 37(3), 468-473.

Topalidou, A., Markarian, G., & Downe, S. (2020). Thermal imaging of the fetus: An empirical feasibility study. PloS one, 15(7), e0226755.

Young, R. J. (1964). Application of thermography to the problem of placental localization: preliminary communication. British Medical Journal, 2(5415), 976-4.

Walker, D., Walker, A., & Wood, C. (1969). Temperature of the human fetus. BJOG: An International Journal of Obstetrics & Gynaecology, 76(6), 503-511.


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