Gonçalo Trindade, científico deportivo del Clube Desportivo Nacional, ha estado recopilando datos en su equipo durante las temporadas 2020/2021 (usando un dispositivo GPS) y 2021/2022 (usando varias de tecnologías, incluida la termografía) con el objetivo de descubrir la relevancia en la incidencia y, por tanto, en la prevención de lesiones musculoesqueléticas de sus jugadores.
Independientemente de que sea de forma directa o indirecta, una lesión tiene un coste importante para el equipo. Eliakim et al. (2020) investigaron los costes económicos de las lesiones en los equipos de fútbol de la Premier League. Los resultados fueron sorprendentes: más de 53 millones de euros en pérdidas, repartidos en: salarios de jugadores que no juegan, derechos de TV, posición en el campeonato y derechos de ligas nacionales e internacionales. Puedes leer más sobre este tema en el artículo anterior.
Esta es la razón por la que la la prevención de lesiones y, por tanto, la reducción de la tasa de lesiones de los jugadores de fútbol profesional ha ido ganando cada vez más importancia en los últimos años. Entre las tecnologías y metodologías que tienen como objetivo disminuir la cantidad de lesiones, la termografía suele destacarse gracias a sus resultados científicos. Los campos donde más se utiliza son la prevención de lesiones, apoyo al diagnóstico, seguimiento de lesiones y gestión de la carga interna.
La termografía también se puede utilizar en equipos de fútbol de alto rendimiento con otros objetivos complementarios, como monitorear el daño muscular en jugadores de fútbol (de Andrade et al. 2017) y evaluar la relación con la fuerza de las extremidades inferiores antes y después de una temporada competitiva (Rodrigues Júnior et al. al. 2019). De hecho, se ha demostrado que una combinación de entrenamiento de fuerza y un protocolo de termografía en un equipo de fútbol puede disminuir el número de lesiones de 23 a 14 cuando se comparan las tasas de principios de año con las de finales de año (Menezes et al. 2018).
Además, investigadores como Matheus Fontes (Dias, V. 2017), Ana Carolina Côrte (Côrte et al. 2019) y Pedro Gómez (Gómez-Carmona et al. 2020) han demostrado que la implementación de la termografía durante una pretemporada o una temporada puede resultar en una reducción importante de las lesiones musculares, que van del 63 al 74%.
Los principales objetivos de este estudio fueron:
En un diseño experimental, 28 futbolistas profesionales del mismo equipo de Portugal (edad: 27,5 ± 4,2 años, altura: 1,8 ± 0,5 m, masa corporal: 75,9 ± 6,0 kg e IMC: 23,1 ± 1,5 kg/m2) fueron incluidos en el estudio. Además, 15 jugadores participaron en ambas temporadas.
Durante la temporada 2020/2021, se utilizó diariamente una sola tecnología, un dispositivo GPS. Todos los jugadores disponían de un sistema de seguimiento GPS JOHAN V4 (Johan Sports®, Países Bajos), un dispositivo portátil. Durante los entrenamientos se recopilaron datos, como la distancia recorrida, la velocidad máxima, el número y la distancia de los sprints y otros parámetros de carga de entrenamiento externos. Para Tim J. Gabbett (2016) los aumentos repentinos y excesivos en las cargas de entrenamiento están relacionados con lesiones no traumáticas de los tejidos blandos, por lo tanto, lesiones susceptibles de prevención. Sin embargo, el entrenamiento adecuado protege contra esas lesiones. Por eso es tan importante monitorear la carga de entrenamiento, tanto interna como externa, calculando la relación entre la carga de trabajo aguda y crónica (acute:chronic workload ratio). El registro de cargas de entrenamiento agudas y crónicas permite a los profesionales de la salud establecer el estado de fitness (riesgo de lesión inferior al promedio) o fatiga (riesgo de lesión superior al promedio) de los jugadores.
Durante la temporada 2021/2022 se utilizó una combinación de tecnologías deportivas para tener una perspectiva más amplia de la carga de entrenamiento que tenían los jugadores. Para esta nueva temporada se utilizó el mismo dispositivo GPS y plataforma. Además, se realizó termografía, wellness questionnaire y evaluaciones neuromusculares con las siguientes frecuencias, también representadas en la Figura 1:
Figura 1. Descripción de la valoración realizada en el protocolo seguido por los jugadores en una semana habitual durante la temporada 2021/2022 (MD: día del partido)
Los datos del GPS fueron recopilados y analizados cada sesión de entrenamiento, así como el wellness questionnaire, totalizando 5 medidas por semana (de MD+1 a MD-1). El wellness questionnaire es uno de los medios más estudiados, simples y económicos para monitorear la carga de entrenamiento de un atleta (Halson et al. 2014), con el fin de conocer mejor su grado de fatiga, calidad de recuperación y preparación antes del próximo entrenamiento (Mateus et al. . 2021).
Las pruebas neuromusculares consistieron en adductor squeeze strength test (Smart Groin Test, Neuro Excellence®, Portugal) y nordic hamstring symmetry test (Smart Nordic Trainer, Neuro Excellence®, Portugal). En la prueba de squeeze, los jugadores realizaron tres contracciones de aducción de cadera isométricas máximas que duraron 5 segundos, intercaladas con intervalos de descanso de 3 minutos (Sousa et al. 2022). El valor de presión máxima (squeeze) que se muestra en el dial del dinamómetro se registró durante cada una de las tres pruebas (Moreno-Pérez et al. 2019). Las pruebas neuromusculares se realizaron una vez por semana, para detectar si había desequilibrios en los músculos aductores e isquiotibiales. Los jugadores que no jugaron o jugaron menos de 30’ eran testados en MD-4. Solo los jugadores que sí jugaron más de 60’ eran testados en MD-3.
Cada evaluación termográfica se realizó después de un período de aclimatación de 10-15 min en ropa interior en una habitación climatizada (20-24 ºC), respetando los requisitos descritos en el consenso TISEM (Moreira et al. 2019) y confirmado por un cuestionario previo. La colecta de datos incluyó la toma de imágenes térmicas con una cámara termográfica FLIR T540-EST (FLIR® Systems, Suecia) 464 × 348 píxeles de resolución, rango térmico de 15°C a 45°C, rango espectral de 7.5-14 m, precisión de 2% (±0,3 °C) y una alta sensibilidad térmica (<0,04ºC / <40mK a 30 ºC). Antes de la toma de datos, la cámara fue autocalibrada y encendida al menos media hora antes, de acuerdo con los factores de influencia descritos por Marins et al. (2015). Para los jugadores sanos, los datos térmicos se recopilaron antes de la primera y última sesión de entrenamiento de la semana. Los deportistas lesionados realizaron termografía cada 48 horas.
En el proceso de análisis, se usó la métrica de coeficiente de variación, muy común en el análisis termográfico avanzado. Se define como la relación entre la desviación estándar y la temperatura media de una región de interés y muestra el grado de variabilidad en relación con la media. Gracias a ella se pudo observar que los jugadores experimentaron un aumento o disminución de su temperatura global 24h después del partido, dependiendo de la naturaleza de su fatiga. Tal y como recomienda Robin Thorpe (2021), y que explicamos en este artículo, los jugadores que tuvieran un comportamiento de calor global deberían utilizar estrategias de enfriamiento (i.e.: inmersión en agua fría), mientras que los jugadores que tuvieran una disminución de la temperatura de la piel deberían utilizar estrategias de calentamiento (i.e.: diatermia), para minimizar su fatiga y optimizar su recuperación.
Si los wellness questionnaire, los datos de GPS y los valores en las pruebas de fuerza estaban por debajo de lo que pretendía el staff, se evaluaba al atleta con termografía. Además, también se consideraron los cambios de terreno, ya que cada vez que el entrenamiento cambiaba de ubicación, la evaluación de la termografía se posponía para el día siguiente.
Durante la temporada 2020-2021, solo se utilizó un dispositivo GPS para monitorear los desequilibrios musculares, pero no hubo un protocolo de prevención de lesiones. Se registraron un total de 26 lesiones musculares, distribuidas de la siguiente manera: isquiotibiales (16), aductores (6), recto femoral (3), gemelos (1). Estas lesiones supusieron un total de 505 días de baja para los jugadores.
Al finalizar la temporada 2021-2022, el número total de lesiones musculares fue de 9, siendo isquiotibiales (4), aductores (3), recto femoral (2), gemelos (0). Los jugadores estuvieron lesionados y no jugaron durante 167 días en la temporada. La Figura 2 muestra un resumen de estos datos:
Figura 2. Resumen de las lesiones registradas y total de días de baja durante las temporadas 2020-2021 y 2021/2022.
Al comparar ambas temporadas se encontró una diferencia de -17 lesiones musculares, lo que significa una reducción del 65% en las lesiones musculares. Contando los días de baja, hubo una diferencia de -338 días, lo que significa una reducción del 67% en los días de baja para todo el equipo. Comparando los 15 jugadores que participaron en ambas temporadas, se encontró que en la temporada 2020-2021 se registraron 13 lesiones musculares (263 días de baja), mientras que en la temporada 2021-2022 solo se encontraron 4 (68 días de baja), lo que refleja una disminución del 69% en lesiones musculares y del 74% en días de baja.
Cuando un jugador sufría una lesión, se siguió inmediatamente la evolución de la lesión mediante termografía, realizando el seguimiento con el fin de reducir tiempos y mejorar la toma de decisiones en el proceso de return-to-play mediante la combinación de tecnologías. Sin embargo, fue necesario un examen clínico para confirmar las lesiones. Toda la información se compartió con los fisioterapeutas para optimizar el tratamiento, por lo que evaluamos a los atletas con termografía cada 48 horas.
En la figura 3, se puede observar a un jugador del equipo con una lesión muscular en la región isquiotibial izquierda. Desde el termograma podemos apreciar una diferencia significativa hipotérmica en la región lesionada. La métrica de asimetría media nos confirma esta diferencia (asimetría: 0.46 ºC región media del muslo posterior; 0.82 ºC región interna). La métrica de coeficiente de variación añade una información más específica, señalando la región media como más fría de lo habitual (-1). Además, el lado derecho, sin lesión, aparece con un perfil caliente, ya que la biomecánica del jugador se ve afectada durante el proceso de recuperación, aumentando la temperatura de gran parte las regiones del lado sano:
Figura 3. Ejemplo de un jugador lesionado en la región isquiotibial de la pierna izquierda. Las métricas de asimetría media y coeficiente de variación confirman la severidad de la lesión.
De media, en la temporada 2020-2021 el tiempo de recuperación de una lesión muscular fue de 26 días (desde el día de la lesión hasta el día de return-to-play). La temporada siguiente, fue de 18 días en promedio, lo que significa una disminución de 8 días (-31%). Podemos explicar esta optimización en el proceso de recuperación en gran parte por los diversos datos que teníamos que nos permitían que el jugador entrenase y jugase de forma segura sin tener ninguna recidiva. Además, esas lesiones tuvieron una severidad menor.
La termografía es una útil herramienta complementaria que ayuda en un protocolo de prevención de lesiones en un equipo de fútbol profesional, combinando sus evaluaciones con otros tests (neuromusculares, wellness questionnaire y dispositivo GPS). Una sola tecnología puede tener impacto en la incidencia de lesiones, pero la combinación de diferentes tecnologías es clave para obtener excelentes resultados.
Al crear un protocolo de reducción de lesiones, en el que se combinan diferentes tecnologías, se optimiza el rendimiento de los jugadores, hay más jugadores disponibles para entrenar y jugar, la recuperación posterior al juego se puede individualizar según la respuesta térmica y los tiempos de recuperación de lesiones, así como los costos del departamento médico se reducen drásticamente. También es importante mencionar que el trabajo en equipo es fundamental, en especial, para ayudar al entrenador a mejorar su metodología de entrenamiento.
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