La termografía infrarroja es una herramienta no invasiva y sin radiación que permite evaluar la temperatura de la piel en diferentes regiones del cuerpo, proporcionando información sobre el estado fisiológico de los deportistas. Esta tecnología permite monitorizar los cambios térmicos asociados al ejercicio físico, fatiga y posibles lesiones, proporcionando información valiosa sobre el rendimiento y la salud del deportista.
A continuación presentamos un estudio de De León-Muñoz et al., (2024) realizado en jugadores profesionales de pádel. El principal objetivo de este estudio fue evaluar las asimetrías térmicas de la piel en jugadores profesionales de pádel en tres momentos clave: antes (PRE), después (POST) y 10 minutos después del entrenamiento (POST10). Además, se investigó la relación entre estas asimetrías y variables perceptuales como la fatiga y el dolor, así como características del entrenamiento, incluyendo la experiencia de los jugadores y la masa de la raqueta.
El estudio se llevó a cabo con 10 jugadores profesionales (9 hombres y 1 mujer) pertenecientes al circuito profesional World Padel Tour y A1 Padel. Todos los participantes entrenaban en el mismo grupo y seguían un patrón de entrenamiento común que consistía en una combinación de simulaciones de juego y golpeos aislados, con una duración promedio de tres horas por sesión.
Se tomaron imágenes térmicas de 14 regiones de interés (ROIs) en cada jugador, abarcando tanto extremidades superiores como inferiores y el tronco. Los participantes entrenaron bajo un mismo protocolo de entrenamiento, con sesiones que incluían simulaciones de juego y ejercicios técnicos. La temperatura de la piel se midió en 14 regiones de interés (ROIs) utilizando una cámara termográfica Flir E60bx, en tres momentos clave: PRE, POST y POST10. Estas mediciones térmicas fueron analizadas bajo condiciones estandarizadas para asegurar la comparabilidad de los resultados.
Además, todos los participantes siguieron las mismas instrucciones antes de la evaluación, tales como evitar el tiempo de aclimatación, uso de cremas terapéuticas, fumar, realizar ejercicio intenso o consumir comidas pesadas, asegurando así que las condiciones previas no afectara a la obtención de los datos termográficos.
Uno de los hallazgos más interesantes del estudio fue que no se encontraron diferencias significativas en la fase PRE, lo que indica que, en reposo y en ausencia dolor y lesión, los jugadores mantienen un equilibrio térmico entre las extremidades dominantes y no dominantes. Este punto es fundamental para interpretar correctamente los datos de la termografía y establecer una línea base que permita identificar posibles desviaciones relacionadas con la actividad física o factores patológicos.
Después del entrenamiento (POST), se observaron aumentos significativos en la temperatura de la piel en las extremidades dominantes en comparación con las no dominantes. Las diferencias fueron particularmente notables en el antebrazo anterior (30.8 °C vs. 29.1 °C, p < 0.01), hombro anterior (31.6 °C vs. 30.9 °C, p < 0.05) y antebrazo posterior (30.8 °C vs. 29.3 °C, p < 0.05), reflejando mayor esfuerzo muscular y una mayor actividad metabólica en estas áreas. Además, estas asimetrías térmicas persistieron incluso 10 minutos después del entrenamiento (POST10), por lo que podría sugerir un proceso de recuperación más lento en las extremidades dominantes.
Es interesante observar que estudios recientes del grupo de investigación TERMOINEF de la Universidad Politécnica de Madrid han identificado perfiles térmicos específicos según el tipo de deporte. En deportes como el fútbol, por ejemplo, se ha observado que la región del tibial anterior externo de la pierna dominante suele tener una temperatura mayor que la otra pierna. En el caso del judo, el perfil térmico característico se refleja en una mayor temperatura en el antebrazo de agarre, debido al uso repetido y continuado del gesto técnico deportivo.
Otro ejemplo particularmente interesante es el estudio de Marzano-Felisatti, Martinez-Amaya & Priego-Quesada (2023) realizado con tenistas, donde se encontraron diferencias térmicas basales de hasta 0.8°C en el antebrazo y muslo posterior de la extremidad dominante. De forma similar, en judo se han observado diferencias de 0.4°C en el antebrazo de agarre (Almeida-Júnior et al., 2019) y también alineados con investigaciones en fútbol (Arnaiz-Lastras, et at., 2011), aunque también se han reportado 0.2°C en la pierna dominante (Gomez Carmona, 2012).
La importancia de estos perfiles térmicos radica en que permiten entender las adaptaciones fisiológicas de cada deporte y evitar interpretaciones erróneas, ya que dichas asimetrías no siempre son patológicas, sino que podrían ser adaptaciones funcionales específicas de cada disciplina.. No obstante, aún es necesario profundizar en la caracterización de estos perfiles en diferentes disciplinas, lo que abre un abanico de oportunidades para la investigación con la termografía infrarroja en el ámbito del deporte.