El grupo de investigación de Lahiri et al. (2012) publicaron una revisión analizando las principales aplicaciones de la termografía en el área médica. Lahiri y colaboradores (2012) establecieron un índice con la especialidades médicas en las que la termografía ha sido utilizada con éxito. El índice está compuesto por:
Como Lahiri et al. (2012) mencionan, la termografía tiene la capacidad de medir la temperatura de la piel de una forma rápida, no invasiva, pasiva y sin contacto. El objetivo consiste en cuantificar uno de los valores de la homeostasis del cuerpo. En el momento en que la temperatura de la piel tiene un patrón anormal o asimétrico, la termografía puede utilizarse como un indicador del control de ese proceso fisiológico.
En las últimas décadas, hemos sido testigos de un aumento constante en la utilidad de la termografía para obtener correlaciones entre la respuesta térmica a la fisiología del ejercicio y la temperatura de la piel. Anteriormente, encontramos una gran cantidad de estudios clínicos realizados sobre la aplicación de la imagen térmica en el campo médico. La detección del cáncer de mama mediante termografía es la aplicación más popular y controvertida, pero además encontramos otros usos en patologías como desordenes vasculares o neuropatías diabéticas.
También se ha usado para detectar problemas asociados con la ginecología, el trasplante de riñón, la dematología, el transplante de corazón, la fisología neonatal, el detección de la fiebre (sobre todo durante pandemias como la del COVID-19) y las imágenes del cerebro.
"...Con el progreso que suponen las nuevas cámaras termográficas y el desarrollo de la tecnología, la adquisición de los datos y los procesos técnicos, que han hecho posible las imágenes en alta definición, lo que probablemente genere nuevas investigaciones en este campo..."
Lahiri et al. (2012)
Factores como la calidad de la cámara termográfica, el protocolo estandarizado utilizado o el software de procesamiento de imágenes térmicas juegan un papel importante en la aplicación médica de la termografía.
En este sentido, los nuevos métodos de análisis y la aparición de software automáticos y más pecisos permiten analizar imágenes térmicas en menor tiempo y con mayor fiabilidad (ICC 0.96) que los procesos manuales y tradicionales. Por ejemplo, el software ThermoHuman ha demostrado ser eficaz en el ahorro de tiempo de procesamiento (86% menos de tiempo) y unos resultados de fiabilidad y reproducibilidad casi perfectos (Requena et al., 2020). Además, este software acaba de recibir la certificación de producto sanitario, un exigente requisito que muy pocos programas de análisis tienen.
En cuanto al protocolo más adecuado, el de TISEM es uno de los consensos más populares y recientes que describe los factores clave a tener en cuenta a la hora de realizar una evaluación de termografía en humanos.
Lahiri et al. (2012) concluyeron que con la llegada de detectores infrarrojos de nueva generación, la imagen térmica infrarroja se está convirtiendo en una herramienta de diagnóstico médico alternativa más precisa para mediciones de patrones de temperatura anormales.
A pesar del controvertido uso de la termografía en el sector médico, los estudios realizados hasta el momento indican que esta técnica se puede utilizar con éxito para el diagnóstico de cáncer de mama, diabetes, odontología, neuropatía diabética y otras patologías. Muy probablemente seamos testigos durante lo próximos años de un aumento del uso de la temografía infrarroja en el campo de la medicina.