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Criterios de Return to play (RTP): LCA y termografía en fútbol

Julio Ceniza Villacastín

1/10/2025

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Criterios de Return to play (RTP): LCA y termografía en fútbol
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En este artículo exploraremos el impacto de las lesiones del ligamento cruzado anterior (LCA) en el fútbol profesional, destacando la importancia de una monitorización efectiva durante la rehabilitación. Nos centraremos en cómo la termografía infrarroja (IRT) emerge como una herramienta innovadora para evaluar la salud de la rodilla y guiar la vuelta al juego (return-to-play).

Además, analizaremos un estudio que evalúa el uso de la termografía en futbolistas durante su recuperación tras una cirugía de LCA. También identificaremos patrones térmicos que pueden ayudar a optimizar los protocolos de return-to-play.

Las lesiones del ligamento cruzado anterior (LCA) son una de las principales causas de baja en el fútbol profesional, con una incidencia de 1.2 lesiones por cada 1000 horas de exposición (López-Valenciano et al., 2020). Estas lesiones generan un impacto significativo tanto deportivo como económico, con costes estimados entre 84,000 y 499,000 euros por jugador en las principales ligas europeas (Pulici et al., 2023). Solo un 65% de los jugadores logra recuperar su máximo nivel competitivo tras una reconstrucción del LCA, lo que subraya la necesidad de protocolos efectivos de rehabilitación.

En este contexto, la termografía infrarroja (IRT) se presenta como una herramienta innovadora, objetiva y no invasiva que permite monitorizar el proceso de rehabilitación y evaluar la salud de la rodilla. Su capacidad para medir la temperatura de la piel (Tsk) y detectar asimetrías térmicas aporta datos esenciales para guiar el retorno al juego (RTP).

La termografía en el Return-to-play (RTP)

La termografía ha sido ampliamente estudiada en contextos clínicos y deportivos debido a su capacidad para medir la respuesta fisiológica de los tejidos (Fernández-Cuevas et al., 2015). En el caso de la rehabilitación del LCA, esta tecnología permite identificar inflamaciones residuales y monitorizar la evolución del tejido a lo largo del proceso de recuperación.

Investigaciones recientes han demostrado que las asimetrías térmicas entre rodillas actúan como un indicador fiable del estado fisiológico, permitiendo al personal médico establecer patrones objetivos de evolución (Vardasca et al., 2012). Esta información es particularmente útil para complementar las evaluaciones funcionales y psicológicas tradicionales.

Presentamos este estudio de Escamilla-Galindo et al. (2024), que describe el uso de la termografía en futbolistas durante su rehabilitación tras una cirugía de LCA, proponiendo patrones objetivos de evolución térmica para complementar los criterios tradicionales y mejorar la toma de decisiones en el retorno al juego.

Metodología

El estudio incluyó a 30 futbolistas profesionales y semiprofesionales (23 hombres y 7 mujeres) de tres ligas europeas, todos sometidos a cirugía reconstructiva de LCA. Durante un periodo de un año, se realizaron evaluaciones termográficas en nueve momentos clave, desde las primeras 48 horas tras la cirugía hasta los 365 días posteriores.

El protocolo desarrollado en este estudio incluyó:

  • Evaluaciones periódicas: Mediciones realizadas en días específicos del proceso de rehabilitación (2, 9, 20, 35, 63, 126, 187, 274 y 365 días post-cirugía).
  • Condiciones controladas: Evaluaciones realizadas en entornos neutros siguiendo las recomendaciones del consenso Thermographic Imaging in Sports and Exercise Medicine (TISEM).
  • Software especializado: Uso del software ThermoHuman, que facilita la segmentación automática de las regiones de interés (ROI) y el análisis de las asimetrías térmicas.

Resultados

El estudio identificó una disminución significativa en las asimetrías térmicas de la rodilla durante el proceso de rehabilitación del ligamento cruzado anterior (LCA). Inicialmente, la asimetría promedio entre la rodilla operada y la sana fue de 2.52°C en los primeros días postoperatorios. A lo largo del año de seguimiento, esta diferencia se redujo progresivamente hasta alcanzar un promedio de 0.46°C al día 365, evidenciando una mejora constante en el estado fisiológico del tejido afectado.

Evolución de las asimetrías térmicas

  • Fase inicial (días 2-35):
    • Durante este periodo se observó la mayor variabilidad térmica, reflejo de la inflamación aguda tras la cirugía. Esta etapa coincide con la recuperación inicial del tejido, la reducción del edema y el restablecimiento gradual de la marcha.
    • El gráfico "FIG. 2" muestra cómo las primeras evaluaciones (días 2 y 9) presentan una dispersión considerable, indicativa de diferencias individuales en la respuesta al tratamiento inicial.
  • Fase intermedia (días 35-187):
    • Durante esta fase, las asimetrías térmicas comienzan a estabilizarse, reflejando una transición hacia la rehabilitación funcional. Este periodo coincide con la introducción de cargas progresivas, ejercicios funcionales y la retirada de ayudas ortopédicas.
    • En algunos jugadores se detectaron ligeros aumentos temporales en las asimetrías, posiblemente relacionados con la adaptación del tejido a las nuevas demandas funcionales, un fenómeno que podría interpretarse como una reacción fisiológica esperada.
  • Fase avanzada (días 187-365):
    • A partir del día 187 se evidenció una disminución más pronunciada en las asimetrías térmicas, en paralelo con la maduración del injerto y la adaptación a cargas específicas propias del entrenamiento.
    • En los últimos meses de rehabilitación, las asimetrías térmicas se estabilizan en valores bajos, aunque con una "cicatriz térmica" residual de +0.46°C en promedio al final del periodo. Este perfil hipertérmico persistente, aunque reducido, sugiere la necesidad de un monitoreo a largo plazo para prevenir posibles complicaciones como la osteoartritis.

En este gráfico se muestra la evolución de las asimetrías térmicas en los nueve momentos de evaluación:

grafico
  • Primeras evaluaciones (días 2 y 9): La dispersión de los valores es alta, reflejo de la inflamación aguda y las diferencias individuales en el estado postoperatorio inmediato.
  • Estabilización intermedia (días 35-187): Conforme avanzan las semanas, la dispersión disminuye, indicando una respuesta más homogénea entre los participantes, con valores más consistentes de asimetría térmica.
  • Etapa final (días 274 y 365): Los valores se comprimen aún más, alcanzando niveles estables pero nunca iguales a los de una rodilla sana. Esto refuerza la idea de una cicatriz térmica residual que podría tener implicaciones a largo plazo en la funcionalidad y salud articular.

Este patrón de reducción progresiva (-0.01°C/día) subraya la utilidad de la termografía como herramienta objetiva para monitorizar el proceso de rehabilitación, estableciendo hitos claros para evaluar la recuperación y decidir el momento óptimo para el retorno al deporte. La diferencia térmica final de +0.46°C confirma la persistencia de alteraciones fisiológicas en la rodilla operada, lo que puede tener implicaciones a largo plazo en términos de funcionalidad y riesgo de osteoartritis.

Conclusiones

  • Reducción de la asimetría térmica: La temperatura de la rodilla operada disminuye progresivamente de -0.01°C por día, alcanzando una asimetría promedio de 0.46°C al año.
  • Persistencia de un perfil hipertérmico: Al final del proceso, la rodilla operada mantiene una asimetría térmica residual de +0.46°C, consistente con investigaciones previas sobre la "cicatriz térmica" (Piñonosa et al., 2013).
  • La termografía infrarroja se posiciona como una herramienta clave para monitorizar y garantizar un retorno seguro al deporte, proporcionando criterios objetivos que complementan otras evaluaciones.

Referencias