Artículos científicos
Top
I+D

Termografía y Genética

Julio Ceniza Villacastín

3/27/2025

social media images
Hero Image
resource image
Artículos científicos
Top
I+D
3/27/2025
Termografía y Genética
social media images
En este artículo exploramos cómo la termografía está revelando la huella genética en la temperatura corporal, desde enfermedades raras hasta el rendimiento deportivo. Conoce cómo esta herramienta no invasiva permite detectar fracturas invisibles, evaluar la fatiga post-ejercicio o anticipar complicaciones como las úlceras en pie diabético, abriendo un nuevo campo de investigación entre la genética, la salud y la fisiología.

Introducción

La termografía infrarroja es una técnica de imagen no invasiva que permite analizar la distribución térmica en la superficie corporal. Su aplicación en medicina ha permitido identificar patrones térmicos asociados a procesos inflamatorios, metabólicos y neurológicos. En una revisión reciente de Kesztyüs et al. (2023), se analizaron 72 estudios que exploraban el uso de la termografía en el diagnóstico, detección y seguimiento de enfermedades, abarcando un total de 17.314 participantes con 38 afecciones diferentes en 13 áreas terapéuticas. Entre los casos de uso más destacados se incluyen la diabetes, el cáncer de mama, la esclerosis sistémica, el fenómeno de Raynaud, la disfunción temporomandibular, los nódulos tiroideos, las migrañas, las lesiones musculares o las patologías articulares degenerativas, entre otros.
En los últimos años, ha surgido una línea de investigación prometedora que explora la relación entre genética y termografía. Se ha observado que determinadas variantes genéticas pueden influir en la regulación térmica, el metabolismo y la respuesta inflamatoria, generando variaciones en la temperatura cutánea que son detectables mediante termografía. Estas diferencias pueden estar presentes tanto en enfermedades genéticas específicas como en la predisposición individual a ciertas respuestas térmicas tras el ejercicio físico.
En este artículo, analizamos cómo la termografía infrarroja puede aportar información sobre la influencia genética en la regulación térmica, así como su potencial para identificar biomarcadores relacionados con la salud y el rendimiento deportivo.

Patrones térmicos en enfermedades genéticas

Algunas enfermedades de origen genético presentan alteraciones fisiológicas que pueden manifestarse como patrones térmicos distintivos, detectables mediante termografía. Un ejemplo paradigmático es la displasia ectodérmica hipohidrótica ligada al cromosoma X (XLHED), un trastorno que afecta la función de las glándulas sudoríparas, el metabolismo óseo o el sistema nervioso autónomo, comprometiendo la regulación térmica del organismo. La termografía ha demostrado ser una herramienta útil para identificar estas alteraciones y apoyar el diagnóstico clínico.

A continuación, se presentan algunos ejemplos que ilustran el uso de la termografía en enfermedades genéticas:

Termografía ocular y displasia ectodérmica hipohidrótica (XLHED)

La XLHED es una enfermedad genética que altera el desarrollo de glándulas sudoríparas, cabello y dientes. Las personas afectadas presentan dificultades para regular su temperatura corporal debido a la escasa funcionalidad de sus glándulas sudoríparas, lo que las hace más vulnerables a la hipertermia.


En un estudio de Kaercher et al. (2015), se utilizó termografía ocular para analizar la temperatura en la superficie del ojo de pacientes con XLHED. Se identificó un patrón térmico distintivo asociado a la sequedad ocular y a la disfunción de las glándulas lagrimales. Aunque la termografía no sustituye a otras pruebas diagnósticas, resultó útil para la identificación temprana de la enfermedad, incluso antes de contar con una confirmación genética. La sensibilidad fue moderada (≈86 % en adultos y 67 % en niños, menor que otras técnicas como la meibografía), pero su carácter no invasivo y su capacidad para detectar variaciones locales de temperatura le otorgan valor como herramienta complementaria en el diagnóstico precoz de XLHED.

Osteogénesis imperfecta y detección de fracturas

La osteogénesis imperfecta (OI) es un trastorno genético caracterizado por fragilidad ósea y alta propensión a sufrir fracturas. Algunas fracturas, especialmente en vértebras, pueden pasar desapercibidas en radiografías convencionales. En este contexto, la termografía se ha propuesto como una técnica complementaria para detectar fracturas ocultas mediante la observación del calor inflamatorio en la piel.


En un estudio reciente, Nassiri et al. (2023) aplicaron termografía a niños con OI y observaron incrementos localizados de temperatura sobre zonas con microfracturas, especialmente vertebrales. Estos resultados sugieren que la termografía puede ser una modalidad rápida, accesible y no invasiva para apoyar el diagnóstico de fracturas en pacientes con OI, contribuyendo así a una intervención clínica más temprana.

Genética y Respuesta Térmica al Ejercicio

Más allá de las enfermedades genéticas raras, la investigación reciente ha comenzado a explorar cómo ciertas variantes genéticas influyen en la respuesta térmica al ejercicio e incluso pueden estar relacionadas con la predisposición a lesionarse. Por ejemplo, el polimorfismo MCT1 se ha relacionado con una mayor incidencia de lesiones musculares en jugadores de fútbol (Massidda et al., 2015).

En este sentido, existe un gran campo para explorar cómo la termografía infrarroja con su capacidad para detectar diferencias en la disipación de calor, la inflamación y la recuperación muscular pueden estar relacionados con la genética individual.

Polimorfismo ACTN3 y regulación térmica

El gen ACTN3 codifica la proteína α-actinina-3, presente en las fibras musculares de contracción rápida. La mutación R577X da lugar a la ausencia de esta proteína en individuos con el genotipo XX, lo que se ha asociado con menor potencia explosiva y mayor susceptibilidad al daño muscular (Pimenta et al., 2011).
Estudios recientes sugieren que esta mutación también podría influir en la generación de calor y la respuesta inflamatoria tras el ejercicio. En una investigación con futbolistas, de Assis (2022) observó que los atletas con genotipo XX presentaban un mayor incremento de la temperatura cutánea post-ejercicio en comparación con los genotipos RR y RX. Estos hallazgos sugieren que la termografía puede ser útil para identificar respuestas térmicas individuales asociadas al perfil genético, con aplicaciones en la prevención de la fatiga muscular y en la planificación del entrenamiento.

IGF-1 y proteína C reactiva (PCR) como biomarcadores de inflamación

El IGF-1 es un factor clave en la regeneración muscular, mientras que la proteína C reactiva (PCR) es un marcador sensible de inflamación sistémica. En un estudio con futbolistas sub-20, Chaves et al. (2024) encontraron que los incrementos de temperatura cutánea post-ejercicio se correlacionaron con niveles elevados de IGF-1 y PCR. Si bien el estudio no abordó directamente la variabilidad genética, plantea la posibilidad de que ciertos biomarcadores tengan una expresión diferente en función del perfil genético, lo que abre una vía de investigación para vincular genética, inflamación y termografía.

Estudios en animales y heredabilidad de la respuesta térmica

El papel de la genética en la respuesta térmica también ha sido explorado en estudios en animales, y que podría ser interesante para explorar nuevas líneas de investigación en humanos. Bartolomé et al. (2021) analizaron la temperatura ocular mediante termografía infrarroja en caballos de deporte españoles y encontraron que:

  • Existen diferencias genéticas en la respuesta térmica al ejercicio.
  • La temperatura ocular tiene una heredabilidad media-alta, lo que indica que ciertos factores genéticos influyen en la regulación térmica durante el esfuerzo y la recuperación.

Estos resultados indican que ciertos rasgos térmicos tienen un componente genético significativo, lo que respalda la posibilidad de trasladar este enfoque a estudios en humanos.

Cribado y apoyo al diagnóstico precoz con termografía

Uno de los campos con mayor desarrollo en termografía médica es su uso como herramienta de apoyo al diagnóstico precoz y al cribado poblacional. Su capacidad para detectar alteraciones térmicas sutiles la convierte en una técnica prometedora para identificar anomalías vasculares, metabólicas o inflamatorias en fases tempranas. Destacan las siguientes aplicaciones:

Cáncer de mama

La termografía infrarroja se ha propuesto como una técnica complementaria al cribado mamario, dado que los tumores suelen presentar mayor vascularización y, por tanto, un incremento local de temperatura. Estudios recientes, como el de Wang et al. (2023), han mejorado la precisión diagnóstica de esta técnica mediante el uso de inteligencia artificial para interpretar los patrones térmicos. A diferencia de la mamografía, la termografía no depende de la densidad mamaria ni expone a radiación, lo que representa una ventaja en determinadas poblaciones. Sin embargo, su aplicación debe realizarse con precaución: durante años, un uso inadecuado de la termografía en este contexto dio lugar a numerosos falsos positivos, lo que generó escepticismo y exigió un refinamiento de los protocolos. Tal como señalan Stanley et al. (2024), la formación especializada y el uso adecuado son esenciales para evitar errores en su implementación clínica.

Pie diabético: úlceras y neuropatía

En personas con diabetes mellitus tipo 2, donde la predisposición genética es relevante, la termografía se ha utilizado para detectar precozmente complicaciones circulatorias y neuropáticas en el pie. Por ejemplo, en este estudio de caso describimos cómo la termografia ayudó en el seguimiento de un paciente con amputaciones en sus pies debido a la diabetes. Tanto este caso como la evidencia científica nos muestra que un aumento asimétrico de la temperatura plantar puede indicar inflamación o alteración en la perfusión, factores que preceden a la formación de úlceras.


Una revisión sistemática reciente de Faus Camarena et al. (2023) confirmó la eficacia de la termografía para identificar estados pre-ulcerosos. El análisis de pacientes diabéticos con y sin úlceras reveló que la variación térmica plantar es un predictor robusto de ulceración inminente, especialmente en casos de neuropatía diabética periférica. Por su carácter no invasivo, esta herramienta podría integrarse en protocolos de cribado podológico, contribuyendo a reducir la alta incidencia de amputaciones en esta población..

Otras aplicaciones de cribado temprano

La termografía también ha demostrado utilidad en el cribado de patologías vasculares y autoinmunes, como el fenómeno de Raynaud, en el que permite visualizar patrones anormales de enfriamiento y recalentamiento de las extremidades. Este estudio realizado con soldados demostró que el 28% de la población tiene problemas asociados a la recuperación de la temperatura en las extremidades asociadas, en algunos casos, a patologías como el síndrome de Raynaud. En estos casos, la termografía puede facilitar el diagnóstico diferencial y el seguimiento.


Durante la pandemia de COVID-19, se popularizó su uso en aeropuertos y hospitales para la detección rápida de fiebre, ilustrando su aplicabilidad a gran escala. Sin embargo, esta función tiene limitaciones, ya que la temperatura cutánea puede no reflejar con precisión la temperatura central. Por ello, debe utilizarse como herramienta de cribado inicial, complementada por termómetros clínicos para confirmar la fiebre.

Futuras aplicaciones

La termografía infrarroja está consolidándose como una herramienta complementaria de valor creciente en genética, salud y práctica clínica. Las investigaciones actuales respaldan su utilidad en la identificación de patrones térmicos característicos de enfermedades genéticas como la displasia ectodérmica hipohidrótica (XLHED) o la osteogénesis imperfecta, lo que permite acelerar el diagnóstico en fases tempranas.

Además de su papel diagnóstico, la termografía ofrece ventajas notables en el seguimiento no invasivo de enfermedades crónicas (artritis, cicatrización, procesos inflamatorios) y en el control evolutivo de intervenciones clínicas o rehabilitadoras. Su carácter inocuo, repetible y de bajo coste relativo la hace adecuada para ser empleada de forma continuada en entornos clínicos y deportivos (Kesztyüs et al., 2023; Faus Camarena et al., 2023).

Implicaciones en el deporte y la genética del rendimiento

En el ámbito deportivo, la relación entre genética y termografía abre nuevas líneas de investigación y aplicación práctica. Algunas de las más prometedoras incluyen:

  • Identificación de talento deportivo: La detección de patrones térmicos asociados a ciertos polimorfismos podría ayudar a identificar predisposición a fatiga muscular o a problemas de recuperación.
  • Monitorización individualizada de la recuperación: La respuesta térmica post-ejercicio, modulada por el perfil genético, podría guiar estrategias de recuperación más adaptadas a cada atleta.
  • Integración con inteligencia artificial: El uso de algoritmos avanzados permitiría correlacionar patrones térmicos con datos genéticos, optimizando el análisis y la toma de decisiones en entrenamiento y prevención.

A pesar de este potencial, el uso de la termografía en genética deportiva se encuentra todavía en fase exploratoria. Es necesario seguir desarrollando evidencia científica y protocolos estandarizados antes de su adopción generalizada.

Conclusiones

La termografía infrarroja se ha consolidado como una herramienta prometedora para analizar la influencia de la genética en la regulación térmica, los procesos inflamatorios y la recuperación muscular. Su capacidad para detectar alteraciones térmicas de forma no invasiva la posiciona como un recurso útil tanto en el ámbito clínico como en el deportivo.

Desde su aplicación en enfermedades genéticas como la displasia ectodérmica hipohidrótica o la osteogénesis imperfecta, hasta su potencial en el estudio de polimorfismos asociados al rendimiento físico, la termografía abre nuevas posibilidades en la intersección entre genética, fisiología y salud. Asimismo, ha demostrado eficacia en el cribado temprano de patologías, como el cáncer de mama o el pie diabético, apoyando estrategias de prevención y detección precoz.

A medida que avance la investigación y se integren nuevas tecnologías como la inteligencia artificial, es previsible que la termografía adquiera un papel más relevante en la personalización del entrenamiento, el seguimiento clínico y la medicina de precisión, permitiendo intervenciones más ajustadas a la biología individual de cada paciente o atleta.

Referencias